Alcobendas 2012
Otro año más, a pesar de las restricciones presupuestarias, Luis Vallejo ha conseguido realizar la VII edición del Concurso Nacional Museo Municipal de Bonsái Alcobendas.
Y otra vez más ha conseguido superarse. Ésta ha sido, sin duda, la mejor exposición de bonsái celebrada jamás en España. A los árboles participantes en el concurso, hay que añadir una veintena de árboles premiados en anteriores ediciones, lo que ha hecho que el nivel global de la exposición fuera extraordinario.
También considero un acierto separar la exposición del museo. A pesar del poco espacio de pasillo, la presentación ha sido mejor que nunca. Unos estantes algo más bajos que de lo usual en España, y el fondo más alto de lo habitual ha permitido enmarcar adecuadamente todo tipo de árboles, ya fueran grandes o pequeños. Los fondos lisos, negro y gris, resaltaban correctamente las formas y texturas de los árboles. En definitiva, una puesta en escena digna de Japón.
Las demostraciones de este año han ido a cargo de artistas nacionales. Creo que ésta ha sido una decisión correcta, ya que en una demostración poco se aprende, y especialmente cuando el artista es japonés y modela un árbol que difícilmente caerá en nuestras manos. Por lo contrario, los españoles han trabajado especies autóctonas explicando detalles de cultivo y técnicas de modelado específicas para esos árboles, siendo realmente didácticas. Gabi, Andrés, Erasmo, Luis Vila y el Tim, Luis y Jorge, Alex y Julio, han ofrecido una proximidad de la que suelen carecer otros artistas extranjeros, generándose un clima cómplice entre asistentes y demostradores del cual nos hemos beneficiado todos.
Otro aspecto que me gustaría destacar es la colección del mueso. La mano de Mario Komsta empieza a notarse. Los árboles cada día son mejores y ya no es solo una colección de especies trabajadas como bonsái, sino que es en sí misma, una de las mejores colecciones de Europa.
El concurso……
Ha habido muchas críticas sobre el reparto de premios. Está bien discrepar, de hecho yo no entiendo alguno de los premios, pero hemos de tener en cuenta que los jueces han sido dos. A uno lo conocemos muy bien, sabemos su modo de ver los árboles y qué tiene importancia para él y qué no la tiene. En cambio del otro, no conocemos árboles suyos ni cuáles son sus preferencias. Por lo que no sabemos cuál ha sido el reparto entre ambos criterios. Con esto quiero decir que sí se ve el ojo de Mario detrás de los premios, y que ya sabíamos que él era el juez antes de participar. Por eso mismo, no nos hemos de rasgar las vestiduras porque haya actuado de acuerdo con su forma de ver el bonsái. Probablemente Mario sea el que más sabe de bonsái en Europa, y el que más se acerca a la visión de un maestro japonés. La diferencia es que él vive aquí, y no se impresiona por nuestros yamadori como lo hará un maestro japonés. Los ve a diario. Seguramente si en lugar de él, el juez, hubiese sido japonés, el resultado sería otro. Y esto no contradice nada. Del mismo modo que yo, mediterráneo recalcitrante, me sorprendo cada vez que veo un arce vestido de otoño mientras ellos no le dan importancia, los japoneses se sorprenden de cómo nuestra salvaje naturaleza ha modelado nuestros yamadori. Bien, ahora tenemos a alguien aquí que no se sorprende por estos árboles, y sí ve, en cambio, carencias en madurez y refinamiento que nosotros, desgraciadamente, pasamos de alto.
En otros concursos sí he podido ver decisiones arbitrarias, como en la última Ginkgo, donde se concedían premios en orden inverso a los que se habían dado durante la selección, y por el mismo juez. O árboles premiados simplemente por ser de amigos, sin la mínima estructura de formación . Pero éste no ha sido el caso. Quien conozca a Mario sabe que es un “cabezón”, presa de sus convicciones y que a pesar de ganarse enemigos, es capaz de expresar su opinión le pese a quien le pese.
No me gusta que la mitad de los premiados sean japoneses. Cierto. Creo que Luis Vallejo debería volver a los árboles autóctonos, del mismo modo creo que precisamente ha sido esa exigencia la ha llevado al bonsái español al nivel de hoy en día. Pero esto no tiene nada que ver con el juicio. Si en el concurso hay árboles japoneses trabajados durante una o más generaciones, es fácil prever que sean éstos los que se lleven los premios.
Los Shohin se han llevado más premios que nunca en Alcobendas. Cierto también. Pero el grado de madurez exigible a nuestros árboles en un concurso como éste, es más fácil de conseguir con árboles pequeños que con grandes árboles, por mucho que me gusten a mí los grandes.
Creo sinceramente que debemos aceptar esta lección de humildad y ponernos a trabajar para que en la próxima edición, sea quien sea el juez, no nos pueda tirar de las orejas por no haber hecho nuestro trabajo.
Quisiera agradecer públicamente a mis dos asistentes durante mi demostración por su ayuda. Gracias a David Ruiz y a Daniel Rubia, sois unos cracs!!!