Wabi-Sabi

La estética japonesa

Antecedentes

Hace años, mi profesión como paisajista, me llevó a investigar sobre los jardines japoneses, especialmente sobre los jardines Zen. El origen de este interés, evidentemente, fue mi pasión por los Bonsái, consideraba que era una parte de la misma filosofía estética.

Después de años de estudio, de visitar jardines, y de leer todo lo que se me ponía al alcance, mi conclusión fue que no había suficientes elementos estéticos que pudiese tomar como referencia o patrón y reproducir la imagen de esos jardines.

Por mucho que utilizase “reglas de oro”, normas escritas en los libros sobre diseño de jardines Zen, y por muy cuidados que fueran mis diseños, una vez finalizados, no eran capaces de proporcionarme las mismas sensaciones que cuando veía una fotografía de un antiguo jardín japonés, ¿por qué?, evidentemente algo faltaba. No eran suficientes todos mis conocimientos estéticos occidentales para reproducirlos, faltaba una parte no necesariamente relacionada con la estética y sí con el simbolismo y con la manera de ver el entorno que tienen los japoneses

¿Serían útiles estos conceptos en Bonsái?, evidentemente, ya que el Bonsái es el resultado de el desarrollo de los mismos. En los 80 seguíamos las enseñanzas de John Naka sin pestañear, pero con el tiempo faltó algo más, lo mismo que en el paisajismo japonés.

Seguidamente empecé a estudiar Zen, para descubrir, al igual que le habrá pasado a todo occidental que lo haya intentado, que el Zen no se aprende, se practica.

Con los años, y tomando todo lo posible de maestros de Bonsái y de paisajistas japoneses (circunstancias ambas que coincidían en John Naka), descubrí el camino. El maestro nos enseñó una parte de lo necesario, aprendimos a estudiar el entorno y a aprender de él, del mismo modo que lo había hecho Japón para llegar a la estética actual japonesa.

“La verdad proviene de la observación de la naturaleza”

En la actualidad es evidente la coincidencia estética acerca del Bonsái tanto en Japón como en occidente. Pero esta coincidencia es más bien un punto de confluencia de ambas culturas. A él hemos llegado después de que en las décadas de los 70 y 80 nos enamoráramos del resultado del trabajo de los japoneses, y empezamos a diseccionar la estética japonesa desde el punto de vista occidental, analizábamos proporciones, volúmenes, extrajimos la secuencia “fibonacci”, etc. A partir de ese momento empezó una larga evolución en occidente que nos condujo a desandar el camino que ha llevado a los japoneses a este preciso momento evolutivo en su forma de entender el arte.

Para la cultura japonesa, el Bonsái, o cualquier otro arte tradicional, es el resultado del desarrollo de la forma de pensar del japonés. Para nosotros es el fruto de aplicar unas técnicas y ciertas normas formales cuyo objetivo de su aplicación es el Bonsái. Un mismo resultado, partiendo de dos realidades distintas.

Estética

En el mundo occidental, la estética es considera una  rama de la filosofía que hace referencia al concepto de la belleza y su relación con las artes. Los filósofos desde Platón hasta la actualidad han tenido ideas bastante rígidas sobre qué artistas deben crear y qué gente debe tener buen gusto, pero hoy en día, los artistas y el arte se han hecho más accesible reduciendo distancias entre la filosofía y el arte.

La estética, en sentido más amplio, puede tomarse como una visión del entorno, visión que puede ser marcadamente diferente en otras culturas. Objetos que en otros países son clasificados como artísticos, desde occidente pueden no poseer el mismo significado  que en su lugar de origen. Por ello es importante dejar de lado el punto de vista occidental a la hora de apreciar cualquier manifestación artística no propia. Por ejemplo, muchas culturas no occidentales no distinguen entre arte y oficio, pueden incluso no tener una palabra para el «arte,» y pueden no separar el arte de la vida diaria.

Estética Japonesa

Para entender el arte y la estética en Japón, es necesario entender su concepción del entorno, ideas sobre la naturaleza, y las influencias procedentes del contacto con otras culturas.

La estética de Japón se convirtió en algo único, debido en parte a su localización geográfica, una cadena de islas a 150 Km. de Corea y a 750 Km. de China. Su aislamiento por el mar ha ayudado a proteger Japón frente a la invasión extranjera, como también lo hizo la imposición de reglas restrictivas para controlar el contacto con otras naciones. Durante períodos largos de aislamiento autoimpuestos, las formas de arte y las ideas estéticas se convirtieron en algo específicamente japonés. Siglos más tarde, al comenzar sus contactos con  culturas extranjeras, éstas empezaron a influenciar las artes y la estética tradicionales.

El arte y la estética japonesa tradicionales han sido influenciados sobre todo  por China y  por el budismo, pero las influencias de occidente son también evidentes. Estas influencias han ido en aumento, especialmente a partir de la II Guerra Mundial, de modo que hoy en día son muy marcadas, basta con observar la evolución del Bonsái en las últimas décadas para darse cuenta de ello. Un ejemplo, artistas como Masahiko Kimura son exponentes del nuevo bonsái, y aunque criticado por los estamentos clásicos de su país precisamente por esas influencias, es admirado por la mayoría de los amantes del bonsái en Japón y por supuesto en occidente.

En la lengua japonesa no había ninguna distinción entre arte y oficio antes de la introducción de tales conceptos por los europeos en la década de 1870. La palabra japonesa que más se aproxima al significado de «arte» es katachi. Katachi se traduce como «forma y  diseño,» implicando que el arte es sinónimo de vida, tiene propósito funcional, y simplicidad espiritual.

El concepto estético primario en el corazón de la cultura japonesa tradicional es el valor de la armonía entre todas las cosas. La visión japonesa de su entorno se basa en la belleza de la simplicidad y a la armonía con la naturaleza. Estas ideas todavía se expresan en cada aspecto de la vida cotidiana, a pesar de los muchos cambios causados por la occidentalización de la cultura japonesa. Este concepto estético japonés de la belleza de la simplicidad y de la armonía se llama Wabi-Sabi.

Wabi-Sabi

En una comida con varios maestros japoneses, intercambiamos algunos regalos, y Yoshiyro Nakamizu me hizo entrega de una revista profesional japonesa sobre Bonsái, que contiene sobre todo anuncios tanto de magníficos árboles en venta, como cerámicas antiguas, complementos, etc., aparte de algún artículo sobre colecciones o jardines de bonsái en Japón. La revista se llama “WABI”.  Conocía el término por diferentes lecturas tanto sobre artes japonesas como sobre Zen, pero me sorprendió que una revista como esa, tomase un nombre tan humilde como título.

La palabra Wabi viene del adjetivo Wabishi, que se traduce como «soledad» o como a alguien que prefiere la solitud por encima de la compañía. En arte, para que un objeto posea las características del Wabi ha de ser asimétrico, rústico, e imperfecto, es decir, fuera de cualquier norma.

La imperfección como calidad estética implica que el ojo del observador es el que le otorga la perfección. La perfección material, por el contrario, señala el final de la implicación del observador con la forma de arte.

Sabi, de forma parecida a Wabi, evoca una imagen del solitario o de la soledad, pero sin sugerir la privación. Sabi viene de un adjetivo que describe la soledad (Sabishi). Es más, el del Sabi refleja un sentido de la antigüedad o del primitivismo que un objeto, por ejemplo, cerámica u otros utensilios del té, pueda poseer. Wabi y el Sabi se utilizan a menudo alternativamente, pero hay una diferencia importante: el Wabi es el resultado de una acción decisiva, voluntariosa, o, según lo mencionado arriba, de una preferencia; mientras que el Sabi describe una condición hallada.

Generalmente se utilizan los dos términos unidos Wabi-Sabi para definir lo que es la quintaesencia del concepto estético japonés, si no llegamos a asimilarlo, nunca podremos aspirar a un nivel de conocimiento estético comparable al japonés.

Pueden parecernos superfluos estos conceptos si ya dominamos las bases del diseño convencional del Bonsái, pero obviarlos, significa abandonar la posibilidad de entender el origen estético de este arte.

Puesto que el Wabi-Sabi representa la manera de percibir el mundo o un sistema estético en Japón, es difícilmente explicable en términos occidentales. Según Leonard Koren, el Wabi-Sabi es la característica más evidente del concepto tradicional de belleza estética japonesa, y “ocupa el mismo lugar en el templo japonés de los valores estéticos, de igual manera que los ideales griegos de la belleza y perfección lo hacen en occidente

-Es la belleza de las cosas imperfectas, imperdurables, e incompletas.

-Es la belleza de las cosas modestas y humildes.

-Es la belleza de las cosas poco convencionales…

Características materiales de Wabi-Sabi:

-Sugestión de un proceso natural

-Irregular

-Íntimo

-No pretencioso

-Terrenal

-Simple

Hay un término aplicado en literatura procedente de la filosofía Helénica, «clinamen»,  y es el acto deliberado de romper una regla estilística para realzar la belleza de una obra de otra manera perfecta.

Arte vs. Técnica

En Japón, debido a que no hay diferenciación entre arte y oficio, el bonsái se aprende en su totalidad, no hace falta enseñar a un aprendiz a tener respeto por el árbol, ni a reverenciarlo cuando éste nos muestra los muchos años de cuidados que sus antecesores le habrán prodigado, ni tampoco humildad y respeto frente a las manifestaciones de la naturaleza, por lo que el estudio de la técnica no hace más que ampliar estos conocimientos. En cambio en occidente, simplemente aprendemos del mismo modo que lo harían los japoneses, técnicas y conceptos estéticos específicos en forma de reglas aplicadas al bonsái, pero sin el sustrato espiritual que los sustenta, por lo que nuestro aprendizaje se hace siempre errático e incompleto.

Con todo lo comentado anteriormente, vemos que hay “algo más” que la simple aplicación de una serie de técnicas encaminadas a formar un árbol según unas estrictas reglas preestablecidas, y es independiente de los años que llevemos de práctica.

Podemos dejar las cosas como están o plantearnos seguir creciendo en conocimiento y riqueza espiritual.

Si consideramos que un bonsái cuanto más natural parezca más valor tendrá como tal, entonces ¿de qué sirve todo nuestro trabajo? El ideal de un Bonsái es la imagen de un árbol maduro que vive libre en la naturaleza y que se ha visto influido por su entorno hasta tomar forma en un estilo o en otro, cuando logramos reproducir esa imagen en un árbol en maceta, hemos conseguido el objetivo.

Si es así, no somos más que otro de los instrumentos que utiliza la naturaleza para formar un bonsái.

Cada árbol tiene su espíritu, y su forma predestinada como bonsái y que indudablemente puede ir cambiando con el tiempo. Nuestra misión es tan simple como difícil: entrar en sintonía con el espíritu del árbol y darle la  forma a la que él esta predestinado.

Wabi-Sabi y Bonsai

 Por lo visto hasta ahora, el Bonsai es el resultado de una filosofía y de una forma de ver el entorno determinada. El Wabi-Sabi está presente en el Bonsai dentro de mayoría de cualidades que hacen de éste una obra de arte;

-La asimetría

-La apariencia de vejez

-La corteza rugosa

-Los Jin

-El Shari

-Etc.

Probablemente el estilo que mejor encaja con el Wabi-Sabi es el Bunjin-ji. La imperfección como cualidad, el quebranto de las normas clásicas, la simplicidad, etc., son cualidades propias del Wabi-Sabi.

¿Es imprescindible seguir las características estéticas del Wabi-Sabi en Bonsai? Evidentemente, no. No se trata de imponer más normas, sino llegar a entender el origen de una filosofía estética que propició la aparición del Bonsai tal y como lo conocemos hoy día.

En occidente no debemos pretender entender más de Bonsai que Japón ya que en una generación no podemos haber llegado al nivel de conocimiento estético que ellos heredaron de sus padres formando parte integral de su propia vida.

En occidente ha tomado fuerza un movimiento estético, filosófico y poético cuyo estrato fundamental se basa en los principios Wabi-Sabi. Muchas obras de pintores contemporáneos observan estos fundamentos, en España tenemos como ejemplos a Tàpies y especialmente al pintor mallorquín Miquel Barceló, cuyas obras se aprecian en muchos países independientemente de los valores estéticos propios de cada una de sus culturas, con lo que nos confirma la universalidad de la estética.

Como epílogo, repetiré la máxima de mi maestro:

La verdad proviene de la observación de la naturaleza

 

Autor: Antoni Payeras Publicado en la revista Bonsái Actual nº:108 (2006)